Casualmente acabo de recibir las estadísticas de las intervenciones enviadas al Programa Dader a febrero de 07, que, si bien no son el 100% de mis actuaciones, se acercan mucho a la realidad de lo que hago en ellas.
En éstas observo que los motivos por los que intervengo son, principalmente, por problemas de EFECTIVIDAD de los medicamentos que los pacientes toman, un total del 68% de mis intervenciones van dirigidas a este fin. Del total, el 40 % van encaminadas a solicitar que se aumente la dosis del medicamento, mientras que el 28.42% las realizo solicitando que se modifique la estrategia terapéutica (cambio o incorporación de algún medicamento).
Es decir, con la terminología tradicional: 40% por PRM 4 y el 28,4% por PRM 3 (total Problemas de Efectividad 68,42%).
En cuanto a los problemas de NECESIDAD, tengo registrados el 17.9% de las actuaciones, donde el 13,7 % se hacen solicitando la incorporación de tratamiento (PRM 1) y un 4,2% pidiendo que se retire algún medicamento que podría no ser necesario (PRM 2).
Cuando examino las actuaciones que realizo relacionadas con la SEGURIDAD, observo que alcanzan el 13,7%, es decir la misma cantidad de actuaciones que en el caso de necesidad, donde se reparten casi a partes iguales los PRM encontrados por exceso de dosis como por seguridad cualitativa.
Estos resultados confirman de forma gráfica que los problemas mas comunes, en mi experiencia, son los relacionados con la falta de EFECTIVIDAD de los medicamentos, o lo que es lo mismo, con mi actividad de AF, descubro que el 82,1 % de los problemas de salud sobre los que actúo están relacionados con Patologías que no están controladas, aunque sí están tratadas, mientras que el 17,9 % de las veces, descubro algún problema de reacciones adversas o tratamientos que no son necesarios.
Estos pacientes están siendo tratados, la mayoría, con medicamentos que suponen un elevado coste para la sociedad pero aún destinando grandes recursos para ello, los problemas de salud no están resueltos.
Aquí es donde debemos ser implacables, somos co-responsables de la falta de control de esos medicamentos y debemos concienciarnos de que nuestra intervención es muy necesaria. Como parte de esta función claro está que debemos estar vigilantes también en la aparición de efectos negativos de los medicamentos.
Ésto es lo que diferencia al farmacéutico que realiza AF de calidad, y yo diría más, esta es la esencia de la AF. Una AF que no se identifique solo con la búsqueda de efectos secundarios o con programas de educción sanitaria sino como parte del engranaje del sistema sanitario que asegure que el paciente va a recibir una solución a sus problemas de salud con garantías, colaborando con el resto del equipo sanitario para lograr optimizar los recursos destinados al uso de medicamentos.
En cuanto a nuestra actividad en programas preventivos es indudable su importancia, pero creo que ésta se sitúa en el mismo nivel que la que ofrece cualquier sanitario y no es una actividad que nos identifique a nivel profesional. Nuestros conocimientos están orientados al uso de medicamentos y es ahí donde podemos ofrecer una actividad original y de utilidad a los pacientes y al resto de sanitarios.
Es decir, educación sanitaria, programas de prevención, Farmacovigilancia .. sí, pero sin dejarnos detrás la madre de nuestra función: Asegurarnos de que con nuestros medicamentos se están solucionando los problemas de salud de los pacientes a los que se los dispensamos.