miércoles, 3 de diciembre de 2008

El “Circulo de la Inercia”

La enfermedad cardiovascular (ECV) constituye un importante problema de salud pública por su elevada morbimortalidad y frecuencia, siendo necesario plantear actuaciones destinadas a disminuir su impacto sobre la salud de la comunidad. El control de los factores de riesgo cardiovascular disminuye la morbimortalidad.

No obstante, según datos publicados del año 2002, solo un 25 % de los pacientes tratados de HTA estaban controlados. La prevalencia de esta enfermedad se estima en 10 Millones de personas en España, y solo el 65% recibe tratamiento, cifra que ha ido aumentando cada año. Pero solo 3 personas de cada 10 con tratamiento mantienen sus cifras de Presión Arterial controladas, según su condición clínica. Estos datos empeoran cuando se añaden otros factores de riesgo como Diabetes o Hiperlipidemias.

Analizando los recursos destinados a éstos superan los 500 millones de €/año (solo en antihipertensivos) de los cuales solo el 30% de éstos recursos están siendo efectivos.


Gran porcentaje de éstos pacientes o sus cuidadores, suelen estar incluidos en lo que denomino como  el “Circulo de la inercia” donde el paciente acepta el tratamiento, pero sin entrar a discutir las causas ni sus objetivos y acude puntualmente a retirar sus recetas del medico y de la farmacia. Y permanece absorto en éste ciclo hasta que algún agente externo interviene.

 

Aquí es donde nosotros podemos hacer mucho ya que aplicando los criterios de Atención Farmacéutica, a través de “microentrevistas” en el momento de la dispensación (es decir, la verdadera dispensación), intentar valorar la efectividad, necesidad y seguridad del tratamiento o programar futuras visitas para cuantificarlo.

De esta forma es posible descubrir una gran cantidad problemas relacionados con la medicación, sin que tengamos que realizar un protocolo complejo.

Otra cosa será hasta donde queremos implicarnos con éste paciente, yo creo que deberíamos hacerlo sin complejos y asumiendo las responsabilidades inherentes a cualquier profesión sanitaria.

 

¿A quién no le ha llegado un paciente con varias recetas para su dispensación P.Ej. :antihipertensivos, Antidiabéticos,… y lo único que hemos hecho es prepararlo todo lo mas rápidamente posible, y solo preguntarle por la meteorología?. Casos como éste cambian radicalmente si durante la disoensación le hacemos alguna consulta relacionada con la cuantificación de resultados de su medicación, como por ejemplo:

 -¿Cómo va su Tensión Arterial?

Y no conformarnos con respuestas del tipo:

-Bien gracias

Si seguimos intentando cuantificarlos, como:

-¿Recuerdas cuanto tenías la última vez?

Nos sorprenderán las variables de respuesta que obtendremos, desde que no lo sabe porque hace mucho tiempo que no se lo mide (en éstos casi siempre encontramos cifras altas)…, hasta los que se pasan el día midiéndose T.A. con los aparatos de automedición. Y es en éste momento donde las puertas de la verdadera Atención Farmacéutica se abren y comienza nuestra ayuda.

 

En muchos de éstos casos se requiere la derivación a su médico y es aquí donde no hay que tener prejuicios. Si la derivación se hace con argumentos contundentes y con la adecuada forma, es muy habitual recibir las gracias a través del propio paciente.

Lo mas importante es no precipitarse para hacerlo y, por ejemplo en el caso de un hipertenso no controlado, esperar a tener varias tomas de T.A. en varios días diferentes a distintas horas para elaborar un informe de éstas mediciones que confirmarían de forma contundente la inefectividad de su tratamiento, ya que si nos precipitamos en la primera medición, deberá ser el médico quien espere a tenerlas para tomar una decisión y así parecerá que no tiene en cuenta nuestra intervención.

 

En éstos últimos años se han realizado innumerables cursos de formación dedicados a las patologías mas relevantes de la población, luego la mayoría de los farmacéuticos se han actualizado en sus conocimientos clínicos de éstas, por lo que pasar a la acción es solo una decisión personal.

 

Es posible que un freno para comenzar a realizar AF es la creencia de que hay que seguir complejos protocolos y métodos que creemos no controlar. En estos casos os animo a empezar sin pensar demasiado en éstos protocolos y veréis como a través de la propia experiencia os vais acercando cada vez más a ellos hasta que, sin mucho esfuerzo, los estamos siguiendo.


Algo muy importante es que el farmacéutico NO tiene que actuar en procesos de urgencia ya que éstos son derivados directamente a ese servicio. Por el contrario podemos ir actuando poco a poco en diferentes visitas, si se quiere en la primera solo realizar una entrevista y dejar para otro día la intervención y así estudiar con más detenimiento la forma de proceder en cada caso. Después de hacer esto con varios pacientes os daréis cuenta de que estáis aplicando ya un método.

 

Lo que no cabe la menor duda es el potencial que tenemos en nuestra mano si queremos actuar de una forma profesional y el beneficio directo sobre la población que podemos obtener. Otra cosa será que tengamos que demostrarlo a través de estudios científicamente incuestionables, que ya hay muchos, como por ejemplo el EMDADER-CV donde analizando pacientes de riesgo cv moderado-alto sometidos a SFT y controlados con grupo control, a los que se les sometía a una sesión de educación sanitaria, se observa que se mejoran de forma significativa todos los parámetros relacionados con el RCV así como la valoración final de éste según las escalas SCORE o Wilson.

 

Solo queda una pregunta en el aire ¿Para cuando se implantará esta práctica en la mayoría de las farmacias?. Espero que la respuesta no sea otra pregunta: ¿Cómo hemos podido dejar escapar esta oportunidad?